La creatividad
La escasez o abundancia de ideas me lleva siempre a plantearme si soy o no soy creativa.
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La creatividad
Han sido varias las veces en las que mi madre me ha preguntado: ¿Mar, y si te quedas sin temas sobre los que hablar en la niusletter? [lo pronuncia así, es una crack]. Entiendo su duda, es algo aterrador. Si con las personas a las que más queremos también se hace el silencio, ¿cómo vamos a tener palabras con las que escribir hasta el infinito?
Lo confieso: hay semanas en las que no tengo ni la más remota idea sobre qué escribir; la idea llega, fugaz, un par de días antes del envío. Otras veces tengo los números planificados en un calendario o anotados en un documento de Google con los nombres de los testimonios a los que quiero consultar. Esto, la escasez o abundancia de ideas, me lleva siempre a plantearme si soy o no soy creativa.
Cuando pienso en este proyecto o sueño, la respuesta es sí. Imagino historias equiparables a célebres sagas de fantasía o a thrillers con un giro final de guion. Me levanto con ganas de coger el móvil o el cuaderno en la mesilla de noche y apuntarlo todo, pero siempre acabo confiando en que me acordaré del hit literario que haría que se le humedezcan los ojos a mi padre. El sueño y los párpados pegados me dejan en un estado adormilado y soy incapaz de hacer ninguna de las dos cosas, y el potencial manuscrito se va igual que llegó: de manera difusa, hasta convertirse en un recuerdo vago. Cuando uso ChatGPT o me enfrento a la página en blanco, sobre todo en momentos en los que no me siento inspirada, pienso que no lo soy. Me cuesta encontrar conectores y que el clac-clac del teclado se escuche fluido. Es ahí cuando también pienso que un día la IA freirá mi capacidad creativa, precisamente por depender en exceso de ella.
Eso me lleva a una certeza: si fuera columnista de un medio no sabría sobre qué escribir cada semana. Hace unos días, me acerqué al quiosco y compré una revista. Ahí leí un par de columnas: una sobre por qué las mujeres deben orinar sentadas en los baños públicos, otra donde el autor equiparaba su inteligencia a la de una paloma –y salía perdiendo–. Vi entonces que no soy la única que debe tener esta duda con frecuencia.
Pregunté en Twitter si a otros periodistas les pasaba lo mismo –que les preocupara sobre qué escribir o no tener tema sobre el que hacerlo– y un montón de ellos compartieron su punto de vista: “Todos los días. ¿Hay alguien a quien no le pase?”, “Alguna vez no me ha pasado”, “Constantemente, al principio hasta me daban ataques de ansiedad”, “Sí. Por eso, desde hace años tengo un Excel infinito en el que voy a apuntando TODA idea que leo/pienso”, y muchos más.
En esto de escoger, existe un temor propio a caer en las temáticas que más me interesan de manera recurrente y que eso sea, por ende, poco creativo. A los dieciséis me encantaba escribir acerca del amor y el desamor, lo que me recuerda a este tuit de Patrizia Di Filippo, que lleva la comunicación en Blackie Books:
A los veinte el palmarés del runrún se lo lleva la incertidumbre y las horas dedicadas al trabajo, y en el resto de décadas quién sabe. Mi condición de periodista que ejerce, en mayor parte, el metaperiodismo me lleva a querer saber qué hacen otros compañeros, a hablar sobre el futuro, las oportunidades, la reinvención y lo que nos conecta: las ganas de contar y el interés por lo nuevo, por aquello que funciona.
¿Es la creatividad algo capaz de entrenarse? Leo en un artículo de The Cut que el estrés no le hace bien. Anne Laure Sellier, profesora asociada de Marketing en HEC París, afirma: “Si alguien te pone una pistola en la frente y te dice: 'Vale, ahora dame una buena idea', es muy poco probable que eso ocurra”. Razón no le falta. Es en este momento –después de haber desayunado y paseado por mi barrio– y no en otro –tras trabajar una jornada de ocho horas y media– cuando me ha apetecido escribir sobre el flujo, a veces ligero, a veces estanco, de ideas.
Si le preguntara a Jose Alberto García Avilés, mi tutor del Trabajo Final de Máster y docente de Periodismo en la Universidad Miguel Hernández, me diría que salga a dar un paseo; es ahí cuando el cerebro echa a andar. Este artículo de The New Yorker relaciona la acción de caminar como motor que activa el pensamiento. Los personajes de Virginia Woolf también paseaban cuando iban escasos de creatividad y al filósofo Thoreau le resultaba algo sumamente importante: “¡Qué vano es sentarse a escribir cuando no te has levantado a vivir! Creo que en el momento en que mis piernas comienzan a moverse, mis pensamientos comienzan a fluir”, escribió en su diario.
He llegado a pensar que si hubiera vivido en otra época ya habría publicado mucho más en papel. Sin distracciones y sin la inercia de las pantallas, la capacidad creativa debe ser mucho más elástica.
Mario Tascón, artífice del Volcán donde trabajo, nos incitaba a poner en práctica la creatividad siempre. La oficina está llena de artilugios sacados de una chistera casi mágica: un mapa literario de la ciudad donde las letras moldean las calles, un póster del método Sapiens de El Bulli y muchas libretas y libros. Es un tuit suyo del 2018 –que he rescatado gracias al comentario de un lector de este texto sobre los tesoros escondidos de Internet de Carmela Ríos– el que me lleva a plantear que ser creativo tiene más que ver con la manera de mirar que con el ejercicio per se. Aunque una cosa se nutre de la otra.
Las ideas toman direcciones distintas dependiendo del prisma con el que se miren las cosas, con el tiempo del que se dispone y con el movimiento –de las piernas, de la cabeza, de los ojos–. Por eso, ser creativo también es esto: ver asteriscos dónde otros solo verán la estela de un avión, una nube rara, un cielo al que no hacerle demasiado caso.
🤓 ¿Qué leer?
Sobre la necesidad de crear marca personal, dos joyitas:
En esta entrevista del NiemanLab, la gurú de Internet Taylor Lorenz habla sobre la cobertura de lo online por parte de los medios y cuán necesario sería un cloud reset de todas las redes sociales cada cierto tiempo. ¡Muy interesante! (en inglés).
¿Conoces el programa La Resistencia, de David Broncano, o Chicken Shop Date, de Amelia Dimoldenberg? Algunos piensan que este formato está acabado y la reacción del músico Salvador Sobral en el programa de Movistar+ podría darles la razón. (en inglés)
Un homenaje de los del Volcán a Mario Tascón en forma de cómic. (en español)
🍝 Salseos periodísticos
💀 El tráfico de las rrss, tocado y… ¿hundido?
A inicios de semana, la publicación Axios compartía un gráfico sobre el desplome del tráfico de Facebook y Twitter a los principales medios online del mundo.
Un poco de contexto. La caída de clics procedente de redes a los sitios de noticias globalmente ha sido notoria, debido, principalmente, a los cambios en la regulación y visibilidad de los contenidos informativos. Según Similarweb y Digiday, quienes más sufrieron un descenso del tráfico (en torno al 80%) en este último año en Facebook fueron The Sun, Business Insider o The Guardian.
Si un feed no tiene noticias, ¿qué tiene? En Garbage Day se han hecho esta pregunta, y la respuesta es interesante: vídeos de coches chulos, historias sobre el catolicismo o sobre adultos volviendo al instituto para graduarse.
🧞 ¿Cómo ocultar una polémica? El equipo de Taylor Swift lo sabe
🗞 Periodismo en….
Una reflexión imprescindible sobre cómo los medios de comunicación cubren las tragedias.
Como siempre, infinitas gracias por leerme. Fleet Street sigue funcionando porque detrás de cada pantalla hay gente que recibe la newsletter con mucho cariño.
Un aviso: vuelvo a finales de octubre porque me voy a Perú de vacaciones (!!!!!)
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¡Nos leemos pronto! 💌
Mar
A veces llega a ser frustrante cuando sientes que no tienes nada en la cabeza con un mínimo de interés. Pero es todavía más frustrante cuando nos autosaboteamos y algunas ideas se archivan para siempre.
Creo que es la fleet street más completa que te he leído hasta ahora :) Además, está llena de momentazos (lo de Taylor Swift me tiene loco), y Mario </3