Una caña con Andrea Gumes
La mujer orquesta del podcast Tardeo, en Radio Primavera Sound, copresentadora en Ciberlocutorio y amiga de la bola mágica en Vogue se sienta a charlar sobre podcast, cargarse de trabajo y burnout.
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🎧 Andrea Gumes: “Que salga un programa diario de lunes a jueves con una sola persona no quiero que sea ejemplo de nada”
El jueves me acerqué hasta el bar de La Central del Raval, en Barcelona, para tomar un par de cañas con Andrea Gumes, presentadora, productora y cualquier cargo que se te ocurra excepto el de técnico de sonido de Tardeo, un programa de actualidad casi diario en Radio Primavera Sound sobre cultura, feminismo, música, astrología, sexualidad, salud mental y mucho más.
Andrea es también copresentadora del podcast Ciberlocutorio junto con la periodista y amiga Anna Pacheco, y encargada de observar los planetas y escucharlos para Vogue semanalmente.
Te dejo con una versión reducida de la charla.
Para empezar, ¿cómo te llamaron del Primavera Sound para participar en su proyecto radiofónico?
Es un poco catastróficas desdichas. En realidad me aparté del periodismo porque hice prácticas en la SER y en TV3 [Televisión de Cataluña], pero veía que era un pasaje. Algo así como: “Te hemos explotado todo el verano, muchas gracias, puedes abandonar la zona”.
Después de eso, tanteé varios trabajos de community manager y copy. Además, Anna Pacheco y yo creamos una agencia digital donde llevábamos la comunicación de algunas marcas en Facebook e Instagram. Éramos dos, acabábamos de salir de la universidad y no teníamos ni idea, pero nos resultaba fácil comunicarnos en redes sociales sin tener estudios de marketing o SEO.
De ahí fui saltando a cosas y acabé en una productora audiovisual que hacía anuncios de publicidad sobre yogures o patés. Tienen que irme muy mal las cosas para volverme a ver en el escalón bajo que para mí es la publicidad.
A las 2 de la mañana era muy importante que hiciéramos cambios porque si no explotaba el mundo. Y yo me preguntaba: ¿Me quiero dedicar a esto? ¿Vale la pena que inviertas 16 horas al día en algo que sabes que no está funcionando?
¿Y de ahí cómo saltas a la radio?
Alrededor de finales de 2018, a Alicia Álvarez le encargaron dirigir la radio del festival Primavera Sound. Ella es periodista musical y estaba metida dentro del grupo El Bloque TV, un proyecto que habla de la escena urbana donde sacaron por primera vez a artistas como Yung Beef, La Zowi o Bad Gyal.
A Alicia le dieron toda una parrilla y le pidieron que la llenara. No sé bien cómo lo hizo. Era un momento donde no se oía hablar tanto de los podcasts. El Primavera quería montar una radio online pero tradicional para que, al entrar en la página web, pudieras ver qué se estaba emitiendo en cada momento. Era raro porque eso en el coche funciona, pero en una web tú no vas a mirar qué están emitiendo a las cinco de la tarde. Lo que mola es recuperarlo y escucharlo a cualquier hora.
Recuerdo que Alicia me contactó por Twitter y me dijo: “Andrea, quiero darte un espacio. Piensa en lo que quieras”.
¿Cuál fue tu primera reacción?
Me quedé pensando: ¡Y ahora de qué hablo! También contactó a Anna. Hablando con ella, pensamos en hacer algo juntas.
En su momento, no sé de dónde sacamos las ideas para hacer Ciberlocutorio, porque no teníamos referentes. Ahora existen más podcasts de amigas, pero antes no. Hicimos la prueba y empezamos a grabarlo en enero de 2019. Un mes después, en febrero, dejé mi trabajo.
Más tarde, por inicios de abril, colaboré con El Bloque TV como productora para organizar una gala que habían montado. Alicia vio que trabajaba bien y me ofreció llevar el departamento de vídeo en Radio Primavera Sound. Comenzamos a ver qué vídeos y formatos hacer. Fue una época muy intensa. Era una cosa que empezaba desde cero donde todo el mundo hacía de todo.
Recuerdo un día que, saliendo a tomarme el café, la directora de la radio, Marta Salicrú, y Alicia me dijeron: “Andrea, se te da bien hablar. Pensamos que tú puedes hacer las tardes de la radio”. Yo pensé que casi me desmayaba. Me venía muy grande. He hecho radio a nivel informativo, pero nunca he pensado un programa.
Pero en ese momento ya estabas haciendo Ciberlocutorio.
Sí, pero lo veía más como jiji, jaja, una conversación grabada entre Anna y yo. En cambio, en Tardeo tenía que haber una estructura, grabar y además querían una editorial diaria, porque veían que tenía mucha perspectiva social. Dije que sí, porque yo digo a todo que sí.
Nunca me lo he tomado en serio. Siempre he creído que era un programa que hacía porque lo escuchaban mis padres. A día de hoy, todavía creo que solo lo escuchan ellos dos. Cuando me dicen: “Este programa lo han escuchado 5.000 personas”, no sé quiénes son las 4.998 personas restantes.
Con Tardeo, siempre he pensado: haz lo que a ti te gustaría escuchar. Intento olvidarme de los micros y que la gente se sienta cómoda. No miré nunca qué se hacía en las radios, porque no era una oyente que pudiera decir: “Escucho cada día La Ventana y sé perfectamente de qué va”. Escuchaba El Món en Rac1 y a veces.
Creo que eso, el crear un producto sin la presión de cómo hacerlo o si gustará, es algo muy difícil de conseguir, tiene su mérito.
Fue como una prueba. En ese momento, tenía unos números mínimos de escucha. Al final, Radio Primavera Sound no es como Telecinco.
Algo que he tenido y no entiendo todavía por qué –y toco madera– es carta blanca. Nunca nadie me ha dicho: “No hables de esto, no vayas por este camino”. Si le quiero dedicar dos especiales a la menstruación, se los dedico y no pasa nada. En eso, se me ha respetado mucho.
Eso sí, se me ha respetado pero estoy sola. Soy mi jefa, productora, editora y guionista. He llegado a estar haciendo el programa y cogiendo el teléfono porque la siguiente invitada llegaba tarde en el bus.
¡Es un ritmo muy frenético!
Yo funciono porque tengo muy claras las horas y estoy muy organizada. He conseguido coger el ritmo suficiente para llegar hasta aquí, pero me ha costado, eh. Le he metido más horas que nadie. El otro día miraba todos los programas que habíamos hecho en confinamiento y vi que teníamos tres secciones al día: entrevistando a una persona, luego a otra y a un colaborador.
Entonces, no te debió dar tiempo a hacer introspección y a estar tranquila en casa con tanto trabajo.
Eso que hacía la gente de probar el yoga, yo no entiendo cuándo lo hacían. Como en ese momento las videollamadas eran algo tan accesible y todo el mundo decía que sí, generé mucho contenido y ahora me arrepiento un poco.
¿Por qué?
No tuve ningún tiempo para procesarlo. Tenía mucho trabajo al día. Así como ahora tengo al técnico de sonido, que sin él el programa no saldría, ahí sí que era un: enciéndete el programa, grábate, conéctate con otra persona, uy, no me oigo bien…
No sé cómo aguanté. Ahora visto con retrospectiva, creo que nos excedimos bastante en el contenido que creamos y se esperó mucho de nosotros. Luego también es cierto que me ha dado grandes recompensas, en el sentido de que hay gente que nos descubrió en el confinamiento.
El hecho de crear tanto contenido, ¿era por autoexigencia propia?
Totalmente. Sí que existía la exigencia por parte de la radio de que tenía que hacer un programa diario y lo tenía que hacer sola en casa.
Luego iban saliendo las cosas, estaban contentos y yo me iba olvidando. Es una pena, porque no deberían olvidarse estas cosas. Siempre lo digo: que salga un programa diario de lunes a jueves con una sola persona no quiero que sea ejemplo de nada. Con esto no quiero hacer un mensaje como: “No, se puede hacer la radio con una sola persona”. Para nada. Sé que este programa con alguien de producción y más equipo sería mil veces mejor.
En el confinamiento, debería haber dicho que no a algunos días y a algunas cosas. Ahora lo veo y sé que fue a costa de la salud mental de una, de sufrir y de estar muchas horas sentada en mi habitación. Ha habido días que he hecho entrevistas con la cara de haber llorado porque he tenido un mal día. Hay gente que llega el lunes de un fin de semana cansado y hace un poco el medio mono, clicando el teclado. Yo no me puedo permitir eso.
Es una experiencia de burnout. ¿Cómo te sientes frente a eso?
Siempre lo tengo muy presente. He avisado mucho de que yo nunca daré señales de que estoy mal. Aguanto y un día petaré, porque no quiero mostrar que no llego a las cosas.
De momento, ¿cómo he aguantado hasta aquí? No lo sé. Pero lo que me sabe mal es que sirva de ejemplo de algo, de que se puede hacer. Realmente, no se debería poder hacer.
Siendo consciente de que está pasando esto y de que te sientes así, ¿cómo planteas la tercera temporada que empezará en septiembre?
Ahora quiero que en esta tercera temporada cada episodio sea de un único tema. Que no sea una entrevista a la cantante Maria Arnal, más la sección de Extremadamente Online de Janira Planes, más recomendación de libros.
Por ejemplo, creo que las tertulias en confinamiento sobre cómo lo estaba viviendo la gente sola o con compañeros de piso era lo más cercano que se estaba haciendo en ese momento y me siento bastante orgullosa. Ahí descubrí que era un producto y un resultado que a la gente le gusta mucho.
Eso sí, el principio que me puse cuando comencé Tardeo es que me voy a ver la película y leer el libro de cada persona que venga aquí.
¿Cómo llegas a poder conseguirlo?
Voy a otro ritmo. Estaba entrevistando a Elena Medel con Las Maravillas ahora que ha pasado casi año y medio de la publicación del libro. Cuando me mandan libros, le digo a la gente que no me lo he podido leer y que, cuando lo haga, seré la primera en decir si sí o si no. Son muy comprensivos.
Al final, mi ocio está ligado a la actualidad. Leo novedades editoriales, veo obras de teatro… El otro día fui al Liceu, a la ópera, y yo encantada. ¡Cuanta más cultura, más y mejor! Pero también es verdad que, por ejemplo, un jueves, que estás agotada, quizás prefieres ver el reality de Netflix que un documental que te han pasado sobre África.
Yo sé que si trabajara en otro sitio me dirían de leer el folleto y ya con eso se podría hacer la entrevista, pero esto es cosa mía. Me gusta hacer entrevistas donde me haya leído las cosas de verdad. No me sale hacerlo de otra manera.
Luego pienso en frío y digo: “Tía, deberías estar disfrutando y no agobiada como siempre”. Sé que soy muy autoexigente. No soy capaz de detenerme y disfrutar. Es como una aceleración constante. Yo misma me doy cuenta a veces, en el sentido de: ¿Cómo vas a hablar de esto si ya vas tarde? Pero luego pienso que, al salir a la calle, preguntas sobre ese tema y nadie sabe de lo que estás hablando.
Te has quitado tu cuenta de Twitter hace nada. ¿Cómo es eso?
No es la primera vez que me la quito. En pleno confinamiento, me quité Twitter porque era un ritmo de actualidad de la COVID que no podía seguir, pero volveré, porque sé que mi trabajo depende de él para ficharme para ciertos proyectos.
El peso de tener que crear una marca personal es horrible. Al final, es lo que hace que me agobie y quiera salir de allí. Siento que hago cosas, y que estoy hablando todo el rato de mí y de mis proyectos. Es como un pez que se muerde la cola. Hay gente que me dice: “Vives las redes demasiado intensamente”. Bueno, gracias a eso, estoy donde estoy y conozco a la gente que he conocido.
Por otro lado, sé que los curros que me puedan salir son porque estoy creando todo el día contenido en Instagram, Twitter, los horóscopos o Betevé. Lo que me hace más ilusión es que vayan saliendo estas cositas, como planetas colindantes.
¿Qué tal los haters?
No hay haters, porque aún no ha llegado a un público mass media, sino a un público que realmente está interesado en Tardeo, una comunidad muy fiel. Sé que el día que empiece a haber trolls, será el día que hayamos entrado en el mainstream total. Ya hablaremos de unas cifras muy diferentes, pero no estamos en los números de Estirando el Chicle ni mucho menos.
Eso sí, veo que en algunos entornos se pueden reír o incluso menospreciar, porque solo se nos ve como el programa de las mujeres. Hubo un tiempo que era: “Ah, tú eres el programa de la regla, ¿no?” Y fue como… Bueno, ¡y de bastantes temas más!
Por último, ¿cómo una periodista se dedica a escribir horóscopos?
Cuando me quedé en paro en febrero de 2019, me volví absolutamente loca. Me entró una crisis existencial. Siempre me había interesado mucho la astrología. Mi hermana me había regalado un curso de italiano y le dije: “Te lo cambio por uno de astrología psicológica”. Era un momento de querer encontrarme un poco a mí.
Por aquel entonces, la editora de VICE me propuso hacer una prueba. Con VICE abrimos un camino a que la gente entendiera sus horóscopos. Algo más cercano como: “ábrete Tinder”, y no tan técnico como “el cuarto arcano” o “el planeta rojo”.
¿Conseguisteis mucha audiencia?
Mucha. El día que recibí el correo de Vogue estaba infartada en mi casa. Me creía Carrie Bradshaw en Nueva York. Pensé: “Me voy a comprar mi piso en Broadway, ¡adiós Barcelona!”. [risas]
Desde aquí quiero agradecer a Andrea su cercanía y honestidad. Su testimonio sirve de altavoz de otros tantos jóvenes periodistas que se sientan sobrecargados de trabajo y a la vez agradecidos por la oportunidad. Una cosa no está reñida con la otra. Querer y disfrutar de una profesión también tiene sus sombras, y es necesario hacerlas visibles.
Por eso, si te has sentido alguna vez igual, te recomiendo que escuches el inicio de este programa de Tardeo. No te vas a arrepentir, y el chute de energía del speech de Andrea te durará todo el día.
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¡Nos leemos pronto (con un cucurucho de vainilla con cookies)! 💌
Mar
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